De nuevo con algunos días de retraso, explico la excursión a Maatricht que hice con Matthew y Felix el pasado 8 de Agosto.
Tras un trayecto de dos horas y media, que no se hace demasiado pesado gracias a los excelentes trenes holandeses, llegamos a esta ciudad, situada prácticamente sobre la frontera, a tocar con Bélgica y Alemania, sorprende por su vitalidad. Con apenas 125.000 habitantes, es un auténtico paraíso para los amantes de las compras. Se puede disfrutar de una gran variedad de tiendas y restaurantes. También destaca la cantidad de iglesias que hay en la ciudad, algunas de ellas impresionantes, reminiscencia de la historia de la ciudad.
El mercado de antigüedades en la Stationstraat no tiene desperdicio. Allí se pueden encontrar objetos de todo tipo, y muchas curiosidades. También son para recordar los diversos puentes que cruzan el río Maas.
Como contrapunto a nuestra excursión, tengo que decir que nuestra visita a las cuevas de la colina de Saint Pietersberg fue frustrada porque llegamos tarde para la última visita, programada a las 14:30. Pese a ello, las vistas desde allí valían la pena. Se podía divisar terreno alemán.
Si tengo ocasión, repetiré la visita con más calma.
miércoles, 19 de agosto de 2009
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